Empezamos con mis primeros pasos en internet, cuando el sonido del router parecía la banda sonora de una película de terror y el chat de Terra un hervidero de adolescentes rezando para que “moreniko15” fuera el novio soñado y no un macarra de campeonato. Y terminamos, como no podía ser de otra manera, en la actualidad, cuando he aprendido cómo ser una creadora de contenido responsable y comprometida con mi familia virtual mostrando una vida real e imperfecta.

Y es que ahora que las tecnologías avanzan a gran velocidad, considero más importante que nunca contribuir a que ese concepto de influencer basado en la superficialidad que tanto afecta a los jóvenes de hoy vire hacia lo constructivo y lo humano. Entre todos, debemos construir una comunidad digital inclusiva, empática, que refuerce la autoestima de mi audiencia y, sobre todo, donde cada persona se sienta escuchada y representada. ¡Hagamos las redes sociales accesibles para todos!